«No hay una sonrisa, no es un juego, es un NO»

Por: Angélica Rodríguez

El acoso es una conducta que ejerce una persona sobre otra. Es una manera de acorrarlarla hasta provocarle un alto grado de miedo, gracias al cual, se le puede manejar más fácilmente. A estas situaciones se llega de una manera gradual, no necesariamente es algo visiblemente violento. Ante una petición, del tipo que sea, una llamada de atención, hay una negativa, y ante esa respuesta negativa, comienza la insistencia. A veces pasa desapercibido porque puede responder a ciertas normas sociales, aceptadas, de cortesía y conquista. Sin embargo, la negativa se puede percibir no solo en la respuesta verbal, sino en la incomodidad de la expresión facial y corporal de la persona que es acosada. No hay una sonrisa, no es un juego, es un NO. Aquí lo interesante es preguntarse por qué esa persona continúa ante una negación tan clara. Y ahí es donde aparece todo nuestro sistema de creencias, la manera que tenemos de entender el mundo, de percibir la vida y las personas… Qué he podido aprender yo para no percibir a un ser humano asustado, si no “algo” de lo que puedo sacar partido, o mover a mi antojo.

Cuando voy a ver una exposición de fotografía, por ejemplo, puedo ver fotos en las que encuentro armonía, belleza, las contemplo, las disfruto, me acerco, veo los detalles… Pero no me las llevo a mi casa, ¿verdad? Porque entendemos que es una creación ajena, y respetamos aquello que tiene valor, o algo a lo que nosotras/os le hemos concedido un valor.

A una persona sometida a chantaje, que es una de las formas de acoso, se le roba el valor humano de poder decidir libremente, se le arrebata esa capacidad. Crear un ambiente hostil a través de comentarios que presionan o incomodan a alguien, roba el valor de la espontaneidad, de la alegría natural de una persona, en cualquier interacción social. Pero esto no ocurre como hechos aislados, sino que hay sistemas de creencias que respaldan estas acciones: “es que si no te vistieras así, no provocarías”… Y ante esto…, un grupo de personas comprende el sentido y el contexto de esta frase. Sin embargo, estamos redireccionando la responsabilidad a quien sufre la acción, no a quien la provoca, con lo cual, no damos valor a la incomodidad que sufren algunas personas. Blaise Pascal, matemático y filósofo francés del siglo XVII decía que “Las cuerdas que amarran el respeto de unos por otros son, en general, cuerdas de necesidad”, pero un respeto impuesto a través del acoso, la única necesidad que esconde es la de ejercer un poder que valida un grupo para beneficiarse de otro. Cuando en realidad, la verdadera necesidad debería ser crear civilizaciones justas.

Sabiendo que muchas mujeres (adultas o adolescentes) sufren diferentes tipos de de acoso, en sus ámbitos académicos o laborales (respaldado por distintos estudios y datos[1]), la pregunta que surge es, ¿por qué a ella no se le reconoce el valor, su propio valor intrínseco por ser persona? Catón el Viejo, escritor y militar romano, decía “hay mucha diferencia entre apreciar la virtud y menospreciar la vida”. Y es que, no podemos hacer nuestras la virtudes de una mujer, a costa de robarles o destrozarles la vida. Cada pieza de este puzzle, nuestro Mundo, piezas llamadas hombres y mujeres, con corazones que laten, almas que sueñan, y con un derecho innato a ser respetadas y respetados, cada pieza es necesaria para poder construir sociedades sostenibles, fuertes y verdaderamente humanas. El acoso roba el valor inmenso que tiene cada ser humano en este bello cuadro que es la vida.


[1]     https://www.publico.es/sociedad/acoso-laboral-72-mujeres-victimas-acoso-no-denunciado.html  

Anuncio publicitario

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s