Escrito por: María Díaz Durillo
El otro día estuve en un encuentro de mujeres gestoras del deporte y proyectos de juventud organizado por la Dirección General de Juventud y Deportes de la Consejería de Educación de CLM. A pesar del título largo, lo pasamos genial. Fue un encuentro muy inspirador donde cinco deportistas, todas con cargos de responsabilidad en su clubes y/o federaciones y dos representantes de entidades que trabajan con jóvenes en CLM intercambiamos ideas y experiencias sobre nuestras vidas y trabajos.
Cuando llegó mi turno de presentación, la periodista que moderaba me preguntó: “¿en tu opinión, qué les hace falta a las jóvenes de hoy?”. Respondí como guiada por un rayo, sin pensar: “trabajo de juventud”. Después, como deferencia a mis compañeras deportistas de la mesa añadí algo como: “porque el deporte también crea comunidad, pero hace falta trabajo de juventud que permita a los/as jóvenes contar con personas adultas de referencia en su tránsito hacia la vida adulta, especialmente en una etapa de la vida, la adolescencia, en que sus padres y madres no pueden ser estos referentes”. Eso quise decir, quizá el calor del momento no ayudó a la claridad de palabra… el caso es que la cita del día siguiente en el periódico sobre lo que yo había dicho fue: “el deporte crea comunidad”, María Díaz.
¡Mecachis!
Después de leer varias veces ésa y otras noticias que se publicaron al respecto, tengo la sensación de que el trabajo de juventud no se menciona porque es invisible a los ojos de los/as periodistas que seleccionaron y escribieron las palabras que en ese encuentro de mujeres se dijeron. Simplemente no se habla de él, porque no se ve. Y si es invisible, entonces no estoy haciendo bien mi trabajo. Y aquí estoy, intentando remediarlo. Cierto es que el concepto “trabajo de juventud” puede ser un tanto ambiguo, quizá desde las entidades que lo realizamos no nos hemos parado a explicarlo todo lo bien que hubiéramos debido. Así que empezaremos por el principio.
Para no liar con definiciones largas y poco claras lo explicaré mejor desde sus resultados. El trabajo de juventud, que fomenta la participación y el asociacionismo juvenil y deportivo, permite que jóvenes, como nuestras compañeras en este encuentro de mujeres, Ana Villaseñor de Cruz Roja Juventud y Miriam Salas de Rugby, con apenas algo más de 20 años se desenvuelvan como lo hicieron durante el encuentro delante de público, cámaras, periodistas y políticos/as; que fueran valientes para intervenir y ordenadas en sus ideas, tiempos y pensamientos; que mantuvieran un discurso coherente, pensado e inteligente sobre los temas propuestos; que con tan solo veintipocos transmitan la experiencia de vida, escucha y decisión que transmitieron durante el encuentro.
El trabajo de juventud permite, por ejemplo en la organización que dirijo, Proyecto Kieu, que jóvenes en sus veintipocos coordinen equipos profesionales integrados por jóvenes, pero también por adultas mucho mayores que ellas/os, con más experiencia y formación; y que lo hagan con éxito, diligencia y humildad mientras siguen aprendiendo.
El trabajo de juventud permite a la muchachada desarrollar conscientemente su propia autonomía personal, ampliar la conciencia sobre sí mismas/os; comprender cómo funciona el mundo; sentir la potencia del nosotras/os y ejercer su capacidad instituyente para poner en marcha sus propias iniciativas personales, formativas, sociales o profesionales.*1
Muchos de estos resultados se consiguen también desde la práctica deportiva, la diferencia es que lo que desde el deporte sucede como consecuencia, desde el trabajo de juventud son los objetivos principales de cada una de nuestras actividades e intervenciones. Todos estos resultados son necesarios para después, como adultos, obtener un trabajo, gestionar una familia, vivir en sociedad.
Por eso, cuando hay personas que me explican cómo el mercado está sustituyendo a las asociaciones y cómo ahora en muchos ayuntamientos todas las actividades de participación se pueden comprar y cómo las asociaciones ya no tienen sentido, me echo a temblar. Porque el objetivo principal de las asociaciones y recursos de juventud que hacemos trabajo de juventud no es que existan más o menos actividades sociales o culturales en un determinado municipio, sino que la chavalada tenga un espacio seguro, un laboratorio de vida, donde poder poner en práctica sus capacidades y medirse en un mundo del que tendrán que ser actores/actrices plenos/as, sin red, en un futuro muy próximo. El trabajo de juventud permite a las/os jóvenes llegar a ese futuro con las alas desplegadas, fuertes y dispuestas para volar.