El lado oscuro de las placas fotovoltaicas

Que las energías renovables están en pleno auge es un hecho más que verificado. Y que España puede llegar a producir energía para gran parte de Europa gracias a nuestra localización (rodeados de agua, con fuertes vientos y con muchas horas de luz solar) tampoco es algo que tengamos que explicar a nuestros/as lectores/as. Lo que sí hemos empezado a investigar es el impacto medioambiental que puede producir la instalación exacerbada y sin ningún control de plantas de tamaño indecente en nuestro territorio. Todo ello porque el pasado 4 de marzo se publicó en el BOE la confirmación de varias instalaciones de nuevas macroplantas solares fotovoltaicas, entre las que se encuentra “Los Pradillos de Envatios”, de la empresa Prodiel, que se ubicará en pueblos de nuestra comarca.

La Sagra no es la primera comarca de Toledo en la que se plantean este tipo de proyectos y, como decían nuestros abuelos y abuelas, “cuando las barbas de tu vecino veas cortar, pon las tuyas a remojar”. Hace unos meses, una vecina de Esquivias nos puso sobre aviso de que se estaban comenzando a hacer movimientos en pro de la instalación de varios proyectos de megaplantas fotovoltaicas en nuestra zona. Y, tras esta información, comenzamos a tirar del hilo hasta llegar a la asociación Salvemos los Campos, con ubicación en la localidad de Méntrida. Allí se pretenden instalar más de 2.000 hectáreas ocupando un porcentaje altísimo del total de 8.700 que tiene el terreno municipal. Una verdadera aberración contra nuestros campos y los seres vivos que los habitan (ciudadanos, fauna y flora). 

Nos reunimos con la entidad antes mencionada y nos facilitó unos datos sobre el impacto medioambiental que sufrirán (y es probable que suframos también en La Sagra) basados en estudios encargados por ellos mismos y publicados por instituciones ante otros antecedentes de la misma situación.

Deforestación, que en La Sagra se ha intentado contrarrestar con proyectos como el que ha iniciado Villauenga de La Sagra con la reforestación de un territorio de 14 hectáreas o el corredor ecológico que se está planteando a lo largo de la comarca (un planteamiento similar al de Totana). Algo que, intuimos, será insuficiente ante esta avalancha de proyectos que ocuparán un total de más de 5.000 hectáreas en las que se incluyen macroplantas de placas fotovoltaicas, transformadores y líneas de evacuación de alta tensión que llevarán la energía hasta Madrid.

Ubicación de las plantas solares fotovoltaicas en tramitación del norte de Toledo y sus infraestructuras de evacuación
Fuente: Grupo ornitológico Tetrax

Cambio del paisaje rural. ¿Te imaginas tu pueblo sin campo? Nosotras, no. Inmensos espacios en los que antes había plantaciones, olivares centenarios, etc… se convertirán ahora en solares inundados de placas fotovoltaicas. Junto a estos, las líneas de evacuación hacia Madrid con kilómetros con cableado de alta tensión que transportarán la energía creada en La Sagra hacia otros lugares en los que será más rentable para los/as de siempre.

¿Qué pasará con las aves y el resto de animales que ahora viven en esos espacios? Uno de los principales motivos por el que las instituciones públicas han movido pieza ante esta invasión de placas fotovoltaicas ha sido la fauna. Sociedad Española de Ornitología (SEO BirdLife) presentaba alegaciones en el pasado mes de febrero contra 29 proyectos que se construirán en la zona norte de Toledo y sur de Madrid por su “alto impacto sobre especies amenazadas y espacios protegidos”. Además, esta entidad denuncia el hecho de que los estudios de impacto medioambiental no están realizados en profundidad, ya que “los proyectos incluyen un deficiente e inadecuado inventario de avifauna, un insuficiente estudio de impactos sinérgicos y acumulados, y no consideran la afección a corredores ecológicos”.

No todo es malo, por supuesto. “La energía renovable siempre va a ser de mejor calidad a largo plazo que sus opuestas”, nos confirmaba Francisco Pérez, delegado provincial de la Asociación nacional de productores de energía fotovoltaica (ANPIER) en Toledo. Pero, como ha sido común en casi todas las personas consultadas para la elaboración de este artículo, ANPIER también aboga por pequeñas instalaciones que surtan de energía renovable a pequeñas comunidades. De esta manera, se evitaría la pérdida de parte de lo generado en el traslado. A la vez, podemos suponer fácilmente que también se evitaría la instalación de largas vías de evacuación de alta tensión que modificarían el territorio.

Además, estas instalaciones traerán dinero y trabajo al territorio, pero ¿cuánto? Cuando entramos en materia económica, decidimos hablar directamente con las personas a las que se les había ofrecido alquilar sus tierras y con Ayuntamientos de la zona. El precio medio anual de la hectárea por el alquiler para la explotación por instalación fotovoltaica ronda los 2.000€ y el contrato suele extenderse hasta los 25 o 30 años de arrendamiento. En caso de llegar a acuerdo, se debe revisar bien el contrato, ya que se han dado casos de personas que, tras este tiempo, han “donado” involuntariamente sus terrenos. Otro añadido en los últimos contratos es la cláusula en la que la empresa se compromete a dejar el terreno fértil tras la desinstalación, lo que hasta ahora no se había tenido en cuenta. Por otro lado, también se puede hablar del dinero que llegará a los Ayuntamientos y, por tanto, a la ciudadanía. Esta cantidad es irrisoria en comparación con los contras que pueden conllevar las macroinstalaciones. Se ingresará por el cambio de clasificación del suelo y por el consecuente IBI anual. En cuanto al aumento de empleabilidad, es algo relativo. El momento de la instalación necesita mucha mano de obra, pero es algo momentáneo. Durante la explotación, el mantenimiento de la planta fotovoltaica precisará de una cantidad mínima de puestos de trabajo ocupados.

Ante esto, tenemos varias cuestiones: ¿qué comeremos cuando no haya plantaciones?, ¿nos gustará el calor cuando estas placas alcancen 80º y no estén lo suficientemente lejos de zonas urbanizadas?, ¿nos convertiremos en el enchufe de la energía en Madrid a costa de tener líneas de evacuación de alta tensión cruzando nuestros campos, con la consecuente peligrosidad que eso implica? Quizá, tendríamos que pararnos a pensar qué es lo que queremos de verdad y cómo queremos que sea nuestra calidad de vida. De momento, en Méntrida y sus alrededores ya se han dado cuenta y están intentando revertir la situación, quizá deberíamos haber aprendido de las barbas cortadas de nuestros/as vecinos/as. El equilibrio y la legislación a favor de la ciudadanía debe ser lo que prime siempre.

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