Alfonso X de Castilla, por todos conocidos como El Sabio, nació en Toledo el 23 de noviembre de 1221, hace ya 8 siglos. Hijo de Fernando III y Beatriz de Suabia, vino al mundo en los antiguos palacios del Alficén, actual Convento de Santa Fe, donde también fue bautizado.

El 1 de junio de 1252, tras la muerte de su padre, Alfonso fue proclamado rey.
Alfonso X además aspiró al título imperial germánico, al que se accedía por elección. En 1257 fue elegido emperador. Se inició entonces una disputa que es conocida como el fecho del imperio, que duró hasta el año 1273, cuando se eligió un nuevo emperador. Este periodo exigió del monarca gran atención y, por supuesto, una gran cantidad de recursos, lo que hizo que ganara muchos opositores.
La vida política de Alfonso X está empañada con algunas polémicas decisiones políticas, pero su contribución intelectual al mundo de la cultura es más que destacable.
En su infancia recibió una sólida formación intelectual, hecho determinante para su futuro desarrollo en el campo de la cultura.
Alfonso X era un experto en astronomía, ciencias jurídicas e historia, y su interés por otros ámbitos culturales hizo que tomara la decisión de crear en las ciudades de Sevilla, Murcia y Toledo tres grandes centros culturales.
En la ciudad de Toledo formó la conocida Escuela de Traductores de Toledo, para la que contó con la colaboración de algunos intelectuales hebreos, latinos e islámicos. Con el objetivo de contribuir al desarrollo intelectual obvió las diferencias de raza o religión, y reunió a judíos, musulmanes, castellanos e italianos, que colaboraron libremente y otorgaron al conjunto una proyección universal.
Alfonso X patrocinó, supervisó e incluso participó con su propia escritura en la creación de una extensa obra literaria que podría decirse fueron los inicios de la prosa en castellano. Fue a través de este centro del que se recuperaron textos de la Antigüedad y, con su traducción al castellano, se contribuyó a una importante labor científica. A raíz de estos trabajos se logró el reconocimiento del castellano como lengua culta en los ámbitos científico y literario. Fue tal la importancia de esta lengua que, desde el reinado de Alfonso X, fue la lengua oficial de la cancillería real en lugar del latín, que era el idioma utilizado hasta ese momento en la diplomacia regia de Castilla y de León.
Sus obras pueden clasificarse en tres apartados: jurídicas, históricas y científicas. El Fuero Real de Castilla preparó la redacción de su gran obra, el Código de las siete partidas, donde se recoge lo mejor del derecho romano adaptado a las tradiciones de Castilla. Este código, supuso la recepción del derecho romano en Castilla. Otra obra destacable son Los Libros del saber de astronomía con sus Tablas alfonsíes, con tratados originales, refundiciones y traducciones que recogen el conocimiento astronómico de la época. Cabe mencionar que en 1935 se le reconoció como astrónomo, nombrando en su honor al cráter lunar «Alphonsus».

Alfonso X alcanzó su mayor logro creativo literario en sus escritos religiosos: las 420 canciones de Las Cantigas de Santa María, en las que enaltece los milagros de la Virgen María, y que es uno de los más preciados legados de musicalidad y variedad métricas.
Alfonso X El Sabio llevó a cabo la traducción, recopilación y legislación de un libro de ajedrez: Juegos diversos de axedrez, dados, y tablas con sus explicaciones, ordenados por mandado del rey don Alfonso X el Sabio, que es el libro más antiguo sobre el ajedrez que nos ha llegado, compuesto en 1283.
Además, le debemos el auge de la cultura, por su mecenazgo sobre toda clase de científicos, eruditos o trovadores, cuando se empezaba a vislumbrar el fin de la Edad Media.
Algunas huellas de Alfonso X son palpables hoy en día:
- En el puente de Alcántara hay una inscripción en la puerta de acceso, ya que una crecida del Tajo en 1259 lo dañó y Alfonso X lo mandó reparar.
- En 1284 la Catedral de Toledo tuvo el privilegio de ser testigo de la coronación de su hijo Sancho IV, donde además se coronaron los reyes sucesores.
- Alfonso X tomaba de referencia para sus mediciones el meridiano que pasa por Toledo, debido a la más que probable creación de un pequeño observatorio astronómico en el Castillo de San Servando.
- Además, elevó al rango de Universidad los Estudios Generales de Salamanca (1254) y Palencia (1263), siendo la de Salamanca la primera en ostentar ese título en Europa.
Alfonso X murió el 4 de abril de 1284 en Sevilla. En su testamento está recogido su deseo de ser enterrado entre Sevilla y Murcia. Su cuerpo fue enterrado en Sevilla y sus entrañas en Murcia. Lo que no consiguió es que su corazón fuera enterrado en Tierra Santa, Jerusalén, tal y como él deseaba, sino que se enterró junto con sus vísceras en Murcia.
Y, después de conocer toda su aportación al mundo cultural, ¿no vamos a celebrar su cumpleaños? Pues sí. La ciudad de Toledo ha organizado multitud de actividades a través de las que podremos rememorar la contribución de este honorable toledano. Aquí podrás acceder a toda la información.
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