El siguiente texto está escrito por Esther Villalba y Alma Montoro, informadora juvenil y trabajadora social, respectivamente, en Recas y en Magán.
“Que las diferencias no nos aíslen, sino que nos enriquezcan aún más”.
Para poder ahondar en nuestra temática principal debemos poner en contexto a todos y todas nuestras lectoras. Por ello, explicaremos la situación social y económica en la que se encuentra la comarca de la Sagra, Toledo. La realidad social de los 31 pueblos que conforman este territorio es muy diferente con respecto a las grandes ciudades. Estos municipios son de difícil acceso a través del trasporte público y las oportunidades de empleo son escasas. La población que reside en ellos es en gran parte joven y emigrada desde las urbes cercanas en busca de nuevas oportunidades residenciales, convirtiéndolas en “ciudades dormitorio”, lo que ha originado que la comarca aumente más de un 25% en habitantes. A ello, se le añade el crecimiento de inmigración llegada de otros países, representando el 14% de la población sagreña.
Queda de manifiesto que en estos pueblos rurales, en los que paseabas por tu barrio y te nombraban siendo “hija de Fulanito” o “sobrina de Menganita”, se ha cambiado por la expresión: “Es nueva en el pueblo y creo que de otro país”. Pero, ¿qué conlleva este cambio tanto a nivel local como social?

Las que redactamos estas líneas nos dedicamos al trabajo con jóvenes en los puntos de información juvenil de dos pueblos como son Magán y Recas. En estos municipios, el nivel poblacional y cultural ha crecido de manera desmesurada, hasta conseguir doblar su cifra.
En Recas en la actualidad, conviven hasta 43 nacionalidades distintas. ¿Qué percibimos desde nuestros espacios jóvenes? La existencia de un respeto y tolerancia de la juventud fuente de ejemplo para otras generaciones. Esta diversidad cultural hace promover una multitud de actividades en las que confluyen y se expresan diferentes visiones y experiencias. Todo ello provoca que, tanto la población local como los que comienzan a asentarse, compartan conocimientos, experiencias y riqueza multicultural.
Para el Ayuntamiento requeño, este crecimiento poblacional ha dado resultados positivos tanto a nivel económico como social, ya que ha conllevado el aumento de nuevos puestos de trabajo dedicados a la agricultura y a la ganadería y, además, al ser población tan diversa se ha incremento el nivel cultural. También hay que decir que no toda la población inmigrante se dedica al primer sector, sino que muchos/as de ellos/as buscan trabajo en la albañilería, el comercio o incluso montan sus propios negocios de locutorios telefónicos. Estos factores indican que la diversidad cultural enriquece a esa “España vaciada” desde el momento en el que aporta nuevas visiones de trabajo y nuevos puntos de vista que ofrecer a los/as autóctonos/as de la zona.
Pero esto no solo queda aquí, el movimiento participativo y asociativo originado en Recas es admirable. La población maliense que reside en Recas, la que ostenta el título de mayor porcentaje migrante en la localidad, creó dos asociaciones. Una de ellas trata sobre el empoderamiento de la mujer maliense, su puesta en marcha de iniciativas, encuentros, formaciones y acuerdos con instituciones tanto privadas como públicas. Ello provoca una sinergia de recursos que pone de manifiesto que estas culturas se vean como una disposición de expansión multicultural desde el punto de vista de convivencia y no de colonización. Podemos encontrar cómo los/as “nuevos/as” vecinos/as introducen sus fiestas tradicionales en Recas y además ayudan en las propias del municipio.
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