«Mi pueblo también es Europa», proyecto impulsado por La Villana y financiado por el Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación, tiene como objetivo principal crear un espacio de debate comunitario en los pueblos de La Sagra. Vivimos en una comarca con muchas problemáticas sociales, económicas o culturales y, cuando esto sucede, es difícil sentirse identificado/a con un territorio. Cuando mi hogar me es algo ajeno, cuando mi vecino/a o el municipio más cercano me es algo desconocido, es difícil el diálogo, un diálogo que serviría para que los/as ciudadanos/as pudieran reconocer sus situaciones personales en boca de otras personas, abriendo la vía de la unión para mejorar problemáticas comunes. Si no conocemos realmente qué es lo que ensambla a los/as habitantes de nuestro pueblo, podemos imaginar la tarea que es entender el significado de ser europeo/a. Por ello, y a modo de homenaje a los/as participantes de «Mi pueblo también es Europa», que saldrán al escenario las noches del 4 y 11 de septiembre en Esquivias (Casino Rock Bar) y Yuncler (The Rose Yuncler) respectivamente, os contaré en un breve monólogo escrito cómo pude averiguar para qué sirve Europa y reconciliarme con mi pueblo en un mismo viaje:
«Mi nombre es Alejandro y quiero compartir con vosotros/as una aventura muy especial. Os sitúo, eran finales de 2017 y estaba en el Aeropuerto de Barajas junto a varios/as compañero/as esperando un avión destino Pula (Croacia). Todos/as los/as que allí estábamos teníamos un proyecto común llamado La Villana de La Sagra, una revista digital que estaba dando sus primeros pasos. Íbamos a Croacia a aprender sobre periodismo y marketing, y teníamos que compartir nuestras ideas con otro grupo de jóvenes que también tenía una revista. La mayoría de nosotros/as no tenía experiencia escribiendo artículos, pero parecía una iniciativa chula, y tampoco es que en mi pueblo hubiera nada mucho mejor que hacer. Sabía que todo estaba financiado por Europa, y yo, muy agradecido. Si tuviera que pagarme el viaje, la comida y todo, el sitio más lejano que podría visitar sería Consuegra. Lo que no entendía del todo es de qué le puede servir a Europa que unos/as chavales/as hagan una revista comarcal para hablar de las fiestas de verano o historia local.

El caso es que aterricé exitosamente en Pula y desde el primer día nos pusimos a trabajar. Recibimos formación sobre cómo conseguir audiencia, dividir y organizar las tareas y publicaciones semanales o utilizar las redes sociales. Yo, que estudiaba en ese momento periodismo, estaba muy interesado en todo, pero no me hacía a la idea de que en La Sagra una iniciativa como la nuestra fuera a tener algún impacto. Mi pueblo, como los de alrededor, es bastante pequeño y nunca ha estado muy acostumbrado a leer información sobre la comarca (más allá de robos, atropellos o incautación de drogas en polígonos). Tenía bastante claro que la revista croata era una apuesta mucho más sólida, no por el equipo o sus conocimientos, sino porque vivían en una ciudad y eso les facilitaba mucho la tarea. Con esta idea me iba de Croacia, pero todavía quedaba una semana de formación pendiente, los/as croatas venían a mi pueblo para acabar con el proceso.
A pesar de que yo había realizado varios intercambios y encuentros similares, nunca había trabajado con un grupo de otro país para llevar a la realidad un proyecto a largo plazo. Estaba algo nervioso porque todo lo que les contamos a los/as croatas que íbamos a hacer en nuestra comarca podía venirse abajo cuando ellos/as vieran lo difícil que sería triunfar como revista aquí. Sin embargo, me encontré con todo lo contrario. Recuerdo la noche en que presentamos públicamente La Villana de La Sagra, frente al centro San Blas de Yuncos y bajo la mirada del público que se había acercado esa noche (no había mucha gente, menos mal que los/as croatas hacían bulto). Tras nuestra intervención, una compañera croata vino a felicitarme y me dijo que teníamos una oportunidad gigante frente a nosotros/as y nos envidiaba por ello, ya que en su ciudad habían muchas publicaciones digitales con mejor contenido y más experiencia que la suya, y podíamos ser una referencia cultural a poco que trabajásemos. Eché un vistazo a mi alrededor y lo que antes me parecía una plaza medio vacía se convirtió una plaza medio llena. Éramos un grupo de jóvenes que había conseguido montar un escenario y atraer a gente del pueblo a escuchar nuestras movidas y no había nadie que hiciese nada parecido en 30 kilómetros a la redonda.

Pasé toda mi vida creyendo que nacer en un pueblo era una condena, cuando yo mismo podía haber hecho algo para cambiar esta situación. Me di cuenta de que en una población pequeña es mucho más fácil transformar la comunidad cuando das con la tecla y consigues llamar la atención de tus vecinos/as. ¡Si hasta conoces a la mayoría de tu público objetivo en persona! Gracias a compartir experiencias con personas al otro lado del Mediterráneo pude valorar de verdad lo bueno que tenía mi propio hogar. Con esto entendí por qué Europa quiere que se den este tipo de proyectos. Intercambiando, creando e innovando entre pueblos, países y/o culturas somos capaces de crear un espacio común, un sitio del que por fin sentirnos orgullosos/as, se llame como se llame o esté donde esté.»
Si has llegado hasta aquí es que te gusta y te interesa el trabajo que hacemos. Aunque LVS es gratuita hacerla no es gratis, por eso, te animamos a que te suscribas a nuestra revista por 1€ al mes y que nos ayudes a difundirla compartiendo los artículos con tus contactos. De esta forma ayudarás a que el talento sagreño pueda crear valor en nuestro propio territorio.


[…] desde La Villana de La Sagra y financiado por el Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación. “Mi pueblo también es Europa” consiste en establecer un diálogo entre los/as vecinos/as de las localidades de nuestra comarca y […]
Me gustaMe gusta