De Anabel a Diana, la huella de la violencia machista

La joven Diana Quer se suma a la larga lista de mujeres asesinadas en este país que no deja de crecer

El día de fin de año fue encontrada sin vida la madrileña Diana Quer, desaparecida hasta día de hoy desde el 22 de agosto de 2016, cuando fue secuestrada y posteriormente asesinada a manos de «El Chicle». Este caso alberga una gran similitud con el de la también madrileña Anabel Segura, secuestrada y asesinada por dos hombres, siendo encontrado su cuerpo dos años y medio después en el municipio de Numancia de la Sagra.

    25 años. Este es el período que ha transcurrido desde el año 1993 y el día de hoy, ya 2018. Sin embargo, el constante avance de los números no parece ser todavía reflejo de avance en aspectos como el de la violencia machista.

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    Las dos chicas, que apenas superaban la mayoría de edad, eran estudiantes madrileñas y provenían de familias acomodadas de la capital. Las dos se encontraban andando solas por la calle cuando fueron forzadas a entrar en los coches de sus respectivos secuestradores, para después morir a manos de los mismos.

Anabel Segura, según palabras de su secuestrador Emilio Muñoz (que residía en Pantoja, a dos kilómetros de donde abandonó el cuerpo), no fue violada ni agredida sexualmente porque ellos no eran «esa clase de tipos» como afirmaba en una entrevista para La Sexta. Sin embargo, si fueron «la clase de tipos» que, tras unas pocas horas después de pedir el pertinente rescate por la joven, la estrangularon con una soga. Una violencia extrema proveniente de dos hombres que supuestamente tenían la única intención de conseguir algo de dinero. Parecido relato es el que concierne a Diana, la cual fue secuestrada para después ser violada y por último asesinada por su agresor en un día en el que horas antes disfrutaba de una fiesta por la noche y que, cuando ésta acabó, se dispuso a volver a casa por su propio pie.

   Las dos fueron escogidas al azar, nada de lo que ocurrió estaba previsto por sus asesinos, no por hombres calculadores, dementes o psicópatas reconocidos, sino por hombres de familia, con vidas estables y rutinarias. Posteriormente a que se produzca cualquier asesinato de este tipo comienza el periodo de asombro en el que los/as conciudadanos/as se hacen multitud de preguntas: «¿cómo ha podido hacer esto si era una persona normal?», «no consigo entender por qué lo hizo, tenía mujer e hijos», etc. Comentarios que a lo mejor deberían ser replanteados con el fin de hacernos otro tipo de preguntas que a lo mejor son más necesarias a día de hoy: «¿no será que no es tan inusual que un hombre llegue a agredir a una mujer?», «¿no será que la cultura de la violación y la violencia del hombre hacia la mujer está claramente extendida?», «¿no será que la mera imagen de una mujer sola que va por la calle por la noche lleva al imaginario colectivo la idea de que es una ‘fresca’, justificando así cualquier comportamiento machista?», «¿no será que tendremos que cambiar?».  Yo creo que sí.

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