¡Dejadme salir!

Según el INE (instituto nacional de estadística) vivir en la Sagra es sinónimo de dificultad. En este artículo vamos a indagar un poco en ello

Desde hace ya bastantes años, y como todos/as sabemos, nos encontramos sumergidos/as en una crisis que no ha dejado a la Sagra indiferente, y es que, según el Instituto Nacional de Estadística, vivir aquí es un poco más complicado que en otros muchos lugares de España y es de esto de lo que vamos a hablar.

    Con cifras del INE a día de hoy (2 de diciembre) el paro en nuestra comarca es un 7,8% superior al de la media de España, y esto, sumado a la tasa de pobreza infantil, la empleabilidad temporal, la mala comunicación entre los pueblos y la falta de oportunidades de acceso a estudios superiores,  hace que una gran parte de nuestros/as jóvenes estén queriendo salir de la zona para irse a ciudades como Madrid o Toledo a vivir, y que otros/as muchos/as ya lo estén haciendo.

    Hace algo así como 5 años a mí, procedente de Numancia de la Sagra, me pasó lo mismo, pero mis ganas de cambio me llevaron un poco más lejos. Aunque tuve la suerte de volver. Volver a mi tierra, con mis amigos/as, mis familiares y todas las cosas que estos pueblos nos dan que no están en ningún otro sitio. Volví a beber el vino de nuestros viñedos, a comer nuestros garbanzos y nuestras lentejas, esas frutas y verduras que te dan los vecinos y las vecinas, tan poco perfectas y tan sabrosas que nuestro sol y tierra tan rica nos da, probé de nuevo este aceite que tenemos que me hizo volver a no querer comprar más una botella de ningún supermercado, el pan de nuestros hornos, nuestras cervezas artesanales, a disfrutar de fiesta en fiesta de pueblo en pueblo, con las peñas, las bandas, las orquestas, las discotecas improvisadas en las plazas o parques, a decir «hola, buenos días» y que te respondan con una sonrisa,… todas estas cosas y muchas más que me encantan y que me dieron qué pensar:737318_10201791901057560_2140391605_o.jpg

      (Mi compañero de viaje y yo disfrutando de un día cualquiera de otoño en Finlandia)

    Claro que hay que salir y descubrir, viajar y visitar, aprender y disfrutar de lo que no tenemos aquí, pero no hay que olvidarse de dónde venimos, de cómo nos hemos criado, de nuestras calles, tan calurosas en verano que nos tiramos tres meses entre las piscinas municipales y las de nuestros amigos y amigas, de los parques y las largas tardes «muertos/as» de frío en sus bancos durante el invierno, de todo esto y de más. Y por eso insisto en que luchemos contra estos números y que hagamos que La Sagra sea un lugar donde podamos vivir y convivir y que convirtamos el territorio en un lugar donde, aunque te tengas que ir, siempre quieras volver. Aprendamos a valorar lo que tenemos y a querer la tierra de donde somos o que un día nos acogió.

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