La iluminación de tu casa implica alrededor del 30% del consumo total, por lo que lo más sencillo para ahorrar es utilizar bombillas de bajo consumo que, aunque se suben un poco de precio, te compensa en vida útil y gasto energético.

No dejes las luces encendidas sin necesidad, y menos si aún hay luz solar.

Intenta que, para cada lavado, tu lavadora esté llena todo lo que puedas. ¡Además de ahorrar la energía de los lavados que no realizas, ahorrarás agua!

Cada cierto tiempo debes descongelar tu frigorífico. ¿Por qué? Porque cuando aparece escarcha en las paredes se produce una capa de aislamiento de la temperatura, que hace que el aparato necesite más energía para funcionar correctamente.

No dejes aparatos tipo ordenador o televisión en reposo ya que es un gasto innecesario cuando no los estás utilizando. Apágalos siempre.

Es mejor que uses un ventilador de techo que el aire acondicionado, ya que sólo necesita la energía para mover el aire a la temperatura a la que se encuentra.

Deja para el final, cuando ya hayas apagado la plancha, la ropa que no necesite tanto calor, ya que te ahorrarás ese tiempo de energía y podrás seguir realizando tu tarea.

Si utilizas calentador de agua eléctrico, enciéndelo una media hora antes de usarlo, ya que irá calentando el agua progresivamente, gastando menos energía que si tuviera que calentarla en el momento en el que enciendes el grifo.

Relacionado con el punto 9, debes enjuagar los platos al fregar con agua fría. ¡No necesitan calor!