Decía el poeta francés Paul Éluard que hay otros mundos, pero están en éste. Y así lo ha podido comprobar en numerosas ocasiones el vecino de Villaluenga de La Sagra, Goyo Martín-Blas, un activista de los derechos humanos, en concreto, volcado en cuerpo y alma con la problemática de la situación de las personas refugiadas.
Este padre de familia y físico jubilado, que ha ejercido como profesor e informático, también ha dedicado su vida a ayudar al prójimo. Desde los 19 años ha sido motor de cambio de su entorno y de realidades más lejanas. Ahora mismo participa en proyectos de educación y clases de apoyo gratuitas para jóvenes del territorio o como voluntario en la Red Alimenta repartiendo comidas entra familias que lo necesitan, evitando también así el desperdicio de víveres. Pero hemos querido dar a conocer su figura por su trabajo en los campos de personas refugiadas de Grecia, que ha visitado en numerosas ocasiones y con los que colabora continuamente desde hace más de cuatro años.
Para ponernos en situación, unas cifras. Según los últimos datos de julio de la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur), en el mundo hay unos 80 millones de personas desplazadas de su domicilio habitual por hambre, por guerras y/o por el cambio climático. Es el mayor número de toda la historia. «Incluso superior al que hubo después de la II Guerra Mundial», apostilla Martín-Blas. «Europa tiene una legislación que obligaba a, por lo menos, evaluar las solicitudes, pero la realidad es bien distinta. El único país que tiene una política un poco razonable es Alemania, que ahora mismo tiene acogidas a más de 1.100.000 personas refugiadas de una forma legal en sus fronteras. Pero, según los datos del último año, en España hay 60.198 solicitudes de refugio, de las que solamente se ha aceptado un 5%, es decir, unas 3.000. ¿Y qué pasa con el resto? Caen en manos de mafias y vagan por el mundo en situaciones terribles (violencia, violaciones, abusos de todo tipo, etc…)», explica el toledano.
¿Cómo se llega, cómo se vive y cómo se sale de un campo de refugiados?
En primer lugar, hay que conocer la diferencia entre emigrante y refugiado/a: «El/la primero/a va buscando una vida mejor, mientras que el/la segundo/a tiene que huir de manera obligada. Aunque la barrera es muy inestable». Martín-Blas explica que la mayoría se marcha por la guerra y proviene de Siria, Sudán o Afganistán. Hay un alto porcentaje que huye por temas culturales, de persecución religiosa, política, de género o de sexualidad. Además, ahora está empezando a haber refugiados/as también por el cambio climático, ya que las sequías los/as dejan sin agua ni comida.
Un aporte curioso que relata el sagreño es que casi todo el mundo que llega a los campos en Grecia es de clase media, porque los/as pobres que salen de Siria no tienen dinero para pagar a las mafias y poder colarse a través de pateras. Las mafias cobran según el estado del mar, siendo más barato si las posibilidades de morir son mayores. El entrevistado recomienda el libro Mi viaje al país de los blancos de Ousman Umarun, que relata su viaje desde Ghana hasta España y en el que se puede apreciar la facilidad para contactar con las mafias, incluso si eres un niño.
Asamblea en Elna (Dic.2018) Campamento Malakasa (Nov.2019) Campamento Lavrio (Dic.2018) Campamento Moria (Marzo.2020) Campamento Moria (Marzo.2020)
Pero Grecia es un lugar de paso. Aclara Martín-Blas: «Entonces, cuando llegan allí, el país intenta deportarlos/as, incluso los/as devuelve al mar en la misma patera, lo que es totalmente ilegal. Y, entonces, si consiguen entrar, su objetivo es llegar a los países más ricos, tolerantes y donde tendrán más oportunidades de desarrollo. Los que más he escuchado son Alemania, por su política con los refugiados (tienen casi 1.200.000 personas acogidas), y otros países del norte como Suecia o Finlandia. Muchos recurren a la entrada ilegal en el país o a las mafias que les falsifican los pasaportes para acceder. En el último mes, la mala noticia del incendio del campo de Moria ha hecho que algunos países como Portugal hayan acogido a 100 o 200 niños del campamento, pero tiene que haber una tragedia como ésta.»
Hasta que llega el momento de salir, «imagina la situación en un sitio como el campamento de Moria, donde había más de 20.000 personas hacinadas, rodeadas de bolsas de basura, de muchas nacionalidades (muchas de ellas enfrentadas en guerras), de muchas religiones distintas, etc… Es normal que la violencia esté a la orden del día y que haya enfrentamientos. Nos pasaría a cualquiera en esa situación. La gente se había construido una especie de cabañitas con cuatro maderas y un plástico encima, de unos 4 metros cuadrados y en las que convivían familias de varios miembros», nos explica nuestro entrevistado. Además, a esta problemática en la convivencia se une la situación global con la COVID-19: «Hasta muy empezada la pandemia no hubo ningún caso que se supiera en los campos de personas refugiadas. Ahora, que ya hay casos, cuando se saben, el Gobierno griego los intenta aislar para que no se propaguen. Pero poco más, porque la atención médica, al igual que la higiene y la salubridad, es prácticamente nula. Ten en cuenta que hay un baño para cada 500 personas, aproximadamente. Y, claro, con esa situación es muy fácil la propagación».
¿Con qué organizaciones colabora Goyo y cómo podemos colaborar nosotros/as?
«Una agrupación de asociaciones que llevan muchos años apoyando en Atenas y en los campos que hay alrededor. En su página web van indicando lo que se necesita. Fundamentalmente, es importante la aportación económica porque sale más barato comprar directamente allí, que hacerlo aquí y enviarlo hasta Grecia. Pero hay mucha gente para la que donar 20€ es muy complicado y que colaboran donando, por ejemplo, 3 kilos de pasta».
–La indiferencia nos hace cómplices:
«Se dedica a comprar comida con dinero que recoge aquí para los/as refugiados/as que están en Lesbos. Hay una organización vasca que se llama Zaporeak, un antiguo club gastronómico de amigos que son muy solidarios y colaboran mucho con esta asociación. Ahora mismo están repartiendo unas 800 raciones al día.»
«La Academia Militar de Toledo nos ha donado 220 sacos de dormir que se iban a tirar, pero que están nuevos. Y, como llevar todo esto sería carísimo, he contactado con otra ONG que se llama No Name Kitchen que apoyan en toda Grecia y que ahora van a fletar unos camiones que irán a la frontera con Serbia, donde hay miles de refugiados al aire libre.»
«Este proyecto se llama así en honor a una enfermera suiza que en Francia montó una maternidad para acoger a las mujeres embarazadas que huían después de la Guerra Civil y cuando empezó la II Guerra Mundial acogió también a judías hasta que se lo cerró la Gestapo. Este proyecto es un edificio que está en el centro de Atenas y que acoge a 90 mujeres embarazadas, violadas o con hijos/as. Las tratan increíblemente bien, se les da comida, alojamiento, educación, asistencia médica, asistencia jurídica, etc… y eso se financia exclusivamente con las aportaciones voluntarias. No hay en toda Grecia un proyecto de apoyo igual, que ayuda a personas con tanta vulnerabilidad.»
-Viajar a Grecia:
«No es tan sencillo ir de voluntario a Grecia. Hay que hacerlo organizadamente. Si alguien va por su cuenta y no tiene una experiencia importante, muchas veces puede perjudicar más que ayudar. Entonces, para ir, cada organización es diferente. La primera vez que estuve allí fue con una asociación británica. Las otras veces que he estado ha sido a través de SOS y Elna. Si alguien tuviera interés, se puede poner en contacto directamente con las asociaciones o conmigo. Las organizaciones le pedirán una serie de documentos para evaluarlos/as y, en el caso de que los/as admitan, les dirían cuándo tienen fechas disponibles y qué tipo de actividades llevarían a cabo. Conmigo ha venido mucha gente, incluso alguna de mis hijas, y la vida les cambia totalmente porque conocen otras realidades.»
Hay otros mundo, pero están en éste. Hay otras vidas, pero están en ti. Nuestro entrevistado lo tenía claro: «Al igual que hay otros problemas en el mundo, como el cambio climático o ahora la Covid-19, el tema de los refugiados también es clave. Ahora con el coronavirus y el cierre de fronteras, estoy a la espera de poder volver porque esto engancha». ¿Estás dispuesto/a a dejarte enganchar?