¿Sabías que Be Cool, Be Green, Bicicletea nació en 2017 en la comarca toledana de La Sagra?

La idea surgió para reconectar a los y las jóvenes con su entorno, con los pueblos, los caminos y la naturaleza, que empezaban a pasar desapercibidos entre naves industriales y grandes empresas. Desde Proyecto Kieu nos preguntamos: ¿cómo van a cuidar algo que ni siquiera conocen, de lo que no se sienten parte? Así nació este proyecto, que combina aprendizaje y diversión, con un enfoque local y una mirada global que conecta a jóvenes con los desafíos del desarrollo sostenible y la justicia social.
Y ahora que hemos pedaleado juntos durante esta edición, surge otra pregunta: ¿qué pasaría si una bicicleta se rompe justo en medio de la ruta? ¿O si una voluntaria confunde un pájaro con un “parajo” y todos nos reímos sin entender muy bien de qué habla? ¿O si los jóvenes aparecen con la cara pintada a medianoche, listos para cualquier locura? En Bicicletea, esas preguntas tienen respuestas: los voluntarios internacionales se quedan atrás cuando hace falta, esperan a que lleguen las bicis rotas, se ríen de los malentendidos y, al mismo tiempo, transforman cada pequeño caos en aprendizaje y diversión.
Pero no se trata solo de resolver problemas sobre la marcha. Son ellos y ellas quienes preparan parte de las actividades, talleres y dinámicas que trabajan sostenibilidad, derechos humanos y cooperación de manera práctica, día tras día, con los jóvenes. Lo genial es que esas vivencias, las bicis arregladas, los juegos improvisados, los momentos de risa, no se pierden: se convierten en historias, recursos y herramientas que pueden usarse en otros años y otros proyectos, alimentando siempre la creatividad y el aprendizaje.

Bicicletea no es solo un proyecto de bicicletas; es un laboratorio de valores, donde cada voluntario y voluntaria es un motor que impulsa no solo a las ruedas, sino a los pequeños corazones. Cada taller, cada juego, cada pedalada se convierte en un paso hacia un mundo más sostenible, justo y lleno de posibilidades.
Y mientras todo esto sucede, los voluntarios y voluntarias también trabajan de manera diaria con los jóvenes en temas que conectan directamente con varios Objetivos de Desarrollo Sostenible: desde cuidar el planeta y reducir nuestra huella ambiental, hasta fomentar ciudades y comunidades sostenibles, pasando por promover la igualdad de género y la inclusión y garantizar educación de calidad para todos. Lo mejor es que estos temas no se enseñan solo con palabras: se aprenden haciendo, jugando, resolviendo problemas y colaborando, de forma práctica y divertida. Así, cada actividad se convierte en un pequeño laboratorio de valores y habilidades para la vida, donde los jóvenes descubren que sus acciones, por simples que parezcan, pueden tener un impacto real en su entorno y en el mundo.
Y es que todo esto es Bicicletea: un espacio donde se combinan diversión, aprendizaje, sostenibilidad y cooperación, y que nos recuerda por qué seguimos impulsando este proyecto cada año. Y quién sabe… quizás algún día, en la próxima edición, os contemos algunos de los secretos mejor guardados o anécdotas de todos los años, esas pequeñas historias que hacen que Bicicletea sea único.
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