
En los últimos años, la agricultura se ha vuelto una especie de fábrica de comida sin freno. Todo gracias a la globalización, los fertilizantes químicos, la soja transgénica, el aceite de palma, y cadenas de suministro que dan más vueltas que un paquete perdido en aduanas.
Solo en el sector cárnico, la producción mundial se ha multiplicado por cinco desde 1960. En 2020, superó los 340 millones de toneladas. Mucha carne… ¿pero menos hambre?
Spoiler: No.
¿Te has fijado alguna vez en lo que queda en un súper antes de un festivo?
Montañas de comida, como si se prepararan para una invasión zombie… Y sin embargo: Cada año se producen 1.300 millones de toneladas de alimentos que nunca se consumen.
Eso es entre el 30 y el 40 % de toda la comida que se produce.
Y no es solo una lástima:
- Se malgastan 1.400 millones de hectáreas de tierra agrícola.
- Si el desperdicio fuera un país, sería el tercer mayor emisor de CO₂ del planeta, después de EE. UU. y China.
- Esa pérdida equivale a todo el territorio de India.
Y mientras tanto, más de 800 millones de personas pasan hambre crónica. ¿Injusto? Sí. Muy.
¿Dónde se pierde toda esa comida?
- En el campo: lo que no se cosecha a tiempo, se pierde.
- En el transporte: lo que se estropea en el camino.
- En las tiendas: lo que no es lo bastante bonito, se tira.
- En nuestras casas: lo que se nos olvida en el fondo de la nevera (hola, yogur de abril).
Por ejemplo, en Europa se desperdician más de 88 millones de toneladas de alimentos al año.
Eso equivale a unos 173 kg por persona, mientras que en muchas regiones del mundo, millones siguen sin acceso suficiente a comida.
El planeta no da más ¡este ritmo es insostenible! para seguir este ritmo loco de producción, la agricultura industrial depende de un cóctel de pesticidas, herbicidas e insecticidas. ¿Qué sale mal? pues se mueren los insectos polinizadores, se contamina el agua que bebemos, se arriesga la salud de agricultores y consumidores, se agotan los suelos, que ya no pueden producir sin ayuda química.
Pero hay buenas noticias: ¡sí podemos cambiar las cosas!
Aquí van algunas ideas que tienen más impacto del que crees:
✅ Come menos carne, sobre todo roja e industrial. Requiere demasiados recursos y contamina mucho.
✅ Compra local y de temporada. Mejor para ti, para el planeta y para los agricultores de tu zona.
✅ Elige ecológico o de agricultura campesina. Protege la biodiversidad y reduce el uso de tóxicos.
✅ Di no a los ultraprocesados. Si lleva aceite de palma, soja transgénica o aditivos raros… mejor déjalo en la estantería.
✅ Pásate a las proteínas vegetales. Por ejemplo:
- 1 kg de carne de vacuno = 27 kg de CO₂
- 1 kg de lentejas = 1,1 kg de CO₂
(Hay diferencia, ¿no?)
✅ Tira menos comida. Planifica, congela, aprovecha las sobras, comparte.
✅ Apoya políticas agrícolas sostenibles. No todo depende de nosotros como consumidores, ¡pero nuestra voz importa!
Comer bien no solo es cuidarte a ti. Es cuidar al planeta, a los que producen los alimentos y a los que hoy no tienen qué comer. La buena noticia: tus elecciones diarias cuentan. Mucho.
#ConsumoGusto2025 #JCCM
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